-¡Azula!-Gritaron Meiling y Robert. El chico intento acelerar el paso para alcanzarla.
La chica cierra sus ojos asustada, esperando su fin. Pero se sorprende al sentir que algo cálido y blando la sostenía, impidiendo que se lastimara o muriera. Al abrir sus ojos se sorprende al tener su rostro frente y cerca de un chico que nunca había visto, aquella misteriosa persona había detenido su caída afirmándose del barandal de la escalera con su mano derecha y con su brazo izquierdo, la abrazo, manteniéndola pegada a su pecho.
-¿Estás bien?-Le pregunto mientras la ayudaba a ponerse de pie en las escaleras. Los amigos de Azula lo miraban sorprendidos, pero no más que ella.
-G-Gracias-Soltó al fin.
Examino muy bien el chico, definitivamente era la primera vez que lo veía en la universidad o en Tokio. Su piel era algo bronceada y por la forma en que estaban desarrollados sus músculos a tamaño mediano, dedujo que practicaba kendo. Sus ojos eran de un precioso y hechizantes ojos azules, pero al parecer, también brillaban de pura seriedad y también atemorizantes, como si quisiera ocultarle al mundo quien era. Su cabello era corto y alborotado, pero un mechón era largo, rebasando los hombros y lo tenía sujeto en una trenza y de color café claro.
Vestía unos pantalones de género, holgado y de color negro, una pollera simple, sin mangas y de color blanco, con un chaleco de lana del mismo color que le rebasaba las caderas, de mangas largas y lo llevaba desabrochado, su cuello era protegido por una bufanda negra y usaba unas zapatillas negras.
-Que bien-Sus ojos serios y temerosos, se fijaron en el que sostenía a Meiling-Suéltala-No fue necesario repetirlo dos veces, porque sus ojos lo asustaron tanto que de inmediato soltó a la chica, quien corrió hacía su amiga para asegurarse que estuviera bien. Robert también se acerco a ellos-¿Te crees valiente, verdad?-Viendo ahora a Hatake-Pero no eres más que un cobarde-Estaba hablando sin soltar las manos de Azula, quien sentía que todos sus sentidos estaban fuera de control solo por aquel simple tacto.
-¿C-Cómo se te ocurre llamarme cobarde infeliz?
-Atacar así a una chica es un acto de cobardía. Un hombre que trata mal a las mujeres, que piensa que no valen nada…No merece perdón.
Azula se había sorprendido ante sus palabras, pero más como sus ojos brillaron: Rabia. Era como si…Como si ya había pasado por algo así. ¿Qué ocultaba aquel chico? En cambio, las chicas se sonrojaron sorprendidas mientras exclamaban lo apuesto que era.
-Vuelves a tratarla así, o a otra mujer…-Sus ojos se volvieron tan fríos y serios que los amigos de Hatake se asustaron-Lo pagaras-Agrego sin una pizca de sentimiento que los amigotes se fueron asustados, dejando a Hatake solo, quien al notar eso, también se fue.
-¿Estás bien Azula?-Pregunto Robert
-S-Sí-Y ve a su salvador-Gracias, esto…
-Kyou. Mi nombre es Kyou Ichiro-Le dijo mientras una leve sonrisa invadía su rostro y sin perder su seriedad, pero fue lo suficiente para hacerla sonrojar y que las demás exclamaran emocionadas.
-A-A-Ah…-Trataba de decir algo, pero las palabras no le salían. Meiling libero una sonrisa al notarlo y Robert se puso molesto-Gracias Ichiro-san. Mi nombre es Azula, Azula Himura.
-¿Himura?-Una sonrisa divertida con ironía se ilumino de sus labios mientras cerraba sus ojos-Ya nos veremos Himura-Y se va alejando, ignorando las atentas miradas de las personas, especialmente de las chicas.
-Es realmente lindo, ¿No Azula?-Dijo su amiga divertida
-¿Q-Qué quieres decir?-Y de respuesta, Meiling la refleja en un espejo
-Estas roja, ¿No será esto lo que dicen? ¿Amor a primera vista?
-¡¿Pero que tonterías dices?-Exclamo molesta. Pero no era la única, Robert también lo estaba.- ¡¿Cómo puede gustarme alguien que solo vi 5 minutos?
-Por algo se llama amor a primera vista-Sin dejar su divertida sonrisa.
-Tengo hambre-Molesta con ella mientras caminaba hacía la cafetería, queriendo dar fin al tema.
-¿Y cómo se siente tener un rival?-Viendo a su amigo
-No se de que me estas hablando
-Oh vamos, ¿Crees que no me doy cuenta? Te gusta Azula, ¿No es así?
-Te equivocas-Molesto, pero la chica noto un leve rubor-Vamos a comer
-Los enamorados si que son unos tercos-Lanzando un suspiro de resignación.
Las clases finalizaron. Mientras Azula guardaba sus cosas, intentaba con todas sus fuerzas dejar de oír los comentarios de los universitarios sobre ella y de la dichosa leyenda. Pero lo que más intentaba dejar de pensar, era en el misterio de sus emociones, del por que actuaron de forma descontrolada al cruzar su mirada con Kyou Ichiro, algo que jamás había sentido antes por ningún otro.
-Kyou Ichiro es un estudiante de intercambio, viene de Osaka-Oyó decir a su amiga.
-¿De Osaka? ¿Cómo sabes eso?
-Me metí a los datos de la escuela-Sonríe-Vive con su tío y tiene 19 años. Sobre sus padres…Bueno, de su padre no dice nada, a lo mejor deben ser divorciados.
-Su vida no me interesa Meiling y deberías dejar eso de meterte en los asuntos de los demás.
-Solo quería sus datos personales, incluso tengo su dirección-Sonríe.
-No me interesa. ¿Y Robert?
-Nos espera con Chris afuera.
-¿Qué le ocurre? Desde el incidente, ha estado molesto todo el día.
-Quien sabe-Evitando lanzar una risa
Azula cierra su casillero y ambas caminan, ignorando los comentarios de los demás, cosa que estaba fastidiando cada vez más a la pelinegra. Al llegar a la entrada, ven a Robert aun algo molesto y de brazos cruzados, acompañado de un niño de 12 años, cuyo nombre era Chris Amane, el hermano menor de Robert.
-¡Chris!-Exclamo Azula mientras lo rodeaba con sus brazos
-Buenas tardes Azula-neesan-Exclamo tranquilo mientras una leve sonrisa invadía su rostro.
Para ser un niño de 12 años, no se comportaba como tal, lucía como una persona madura, incluso es tan inteligente, gracias a su memoria fotográfica, que estudia en casa ya que no le gusta mucho estar entre las multitudes y Azula siempre recurría a él cuando tenía problemas, era su consejero personal, cosa que al chico le gustaba porque lo que él más deseaba era verla feliz.
Lo único en que se parecía a su hermano era en sus ojos azules, pero él los tenía llenos de inocencia y sabiduría. Su cabello también era como el de su hermano, pero en vez de rubio, lo tenía negro. Y su piel era algo bronceada. Vestía al estilo ingles, su traje era negro y la blusa blanca, como una chaqueta roja que tenía encima para el frío que llevaba desabrochada y su cuello tenía una bufanda del mismo color.
-¿Cómo estuvo hoy su día?-Pregunto el niño mientras caminaban por las calles de Tokio, Azula lo llevaba de la mano.
-Veras Chris-Comenzó Meiling mientras le contaba todo lo ocurrido-Y apareció justo a tiempo el príncipe de Azula para salvarla.
-¡Meiling!-Exclamo su amiga sonrojada
-¿Príncipe?-Viendo a su hermano mayor-Ahora veo el porque estás molesto Robert-niisan-Sonriéndole levemente
-¡Tonterías! Estar con Meiling te esta afectando
-¡¿Pero que dices idiota?-Se defendió la chica
-¿De qué están hablando?-Pregunto Azula confundida
-Eres muy ingenua Azula-neesan-Respondió el niño tranquilo
-¿Eh?
-Hace mucho frío-Dijo el niño, como si quisiera cambiar el tema
-Es verdad-Comento la pelicastaña
-¿Qué es lo que estará ocurriendo?-Pregunto Azula, pero al parecer el destino le respondió, porque por una fracción de segundos, cuando giro a su izquierda para ver el parque, se sorprende al ver el famoso carruaje. Cerro sus ojos y al abrirlos, ya no había nada-Fue mi imaginación-Susurro.
-¿Azula?-Pregunto Robert
-E-… ¡Estoy bien!-Sonríe-¡Descuida!
-¿Segura?-Ve como asiente con la cabeza-Esta bien
-Lo siento chicos, pero ya debo irme. O mi abuela me dará otro sermón aparte de la tradición familiar.
-Suerte-Dijeron sus amigos mientras la veían irse corriendo.
Azula estaba en su cuarto, maldiciendo su mala suerte. Le gustaba el kimono que debía usar para recibir a sus invitados, pero no le gustaba que lo usara por la tradición y darle más motivos a su abuela para convencerla.
Su cabello se lo había recogido de forma elegante y con el adorno de una pequeña pluma de pavo real para que combinara con su kimono, que consistía en uno azul oscuro, con algunos reflejos blancos, se dejo los hombros libres ya que le molestaba por lo que los tenía al descubierto (Y que su abuela se vaya a la punta del cerro si le dice algo al respecto) y las mangas le rebasaban las manos por algunos centímetros. El decorativo era de pequeñas plumas blancas y unas enormes plumas de pavo real que parecían como si tuvieran vida y estuvieran meciéndose en el traje. Se había puesto uñas postizas que parecían las garras de un animal salvaje, eran de color azul de base, con pequeñas gotas de colores de adornos y en ambos dedos índices, colgaba un pequeño arete que finalizaba con una perla.
-Te ves hermosa-Oyó al mismo tiempo en que la puerta se abría.
-¿Por qué tengo que recibir así a mi familia madre?-Cruzando sus ojos miel con los azules de su madre.
-Vamos Azula, ¿O me vas a decir que no te gusta el kimono que te confeccione?-Al ver como su hija esquivaba la mirada con un leve rubor, sonríe divertida-Lo ves, te gusta
-Eso no es el problema. No quiero darle motivos a mi abuela para que afirme su ridiculez…Sin ofender-Agrego rápidamente.
-Descuida, yo tome mis propias decisiones como tú ahora Azula. Yo quise seguir con la tradición, aún después de estar casada y si tú no quieres…No te voy a obligar y eso lo sabes muy bien-Poniéndose detrás de ella para que ambas se vean en el espejo-Aunque perdemos una gran obra de arte.
-No digas tonterías-Sonrojándose.
-Por cierto, esto es a último minuto. Tu padre invito a un amigo y va a venir con su sobrino, ¿No te molesta?
-Genial, más gente me va ha ver con esta cosa ridícula-Suspiro-Esta bien.
-Y ya llego tu abuela con el pariente misterioso. Se amable, ¿Sí?
-Si es que mi abuela no me saca de quicio, esta bien-Su madre vuelve a sonreír y ambas salen del cuarto de la chica.
Al reunirse con los demás, Azula distinguió de inmediato a su abuela de 56 años. Su rostro reflejaba que era una persona estricta y seria, y sus ojos eran de un cansado color azul. Su piel pálida se veía apagada y con pocas arrugas. Su cabello estaba recogido en un tomate alto (Lo tiene rebasando los hombros) y de color negro con canas de compañía, incluso más que Aquiles. Vestía un kimono simple de color negro, calcetines blancos y unas sandalias. Aquella mujer era Zaya Himura, madre de Iris y abuela de Azula.
-Hola abuela-Dijo Azula con una sonrisa, estaba tratando de parecer toda una "Niña ejemplar".
-Azula, haz crecido desde la última vez… ¿Y eso fue…?
-Hace un año abuela. ¿Y donde esta aquel pariente que vendría contigo?
-Ah si-La joven notó como su abuela hizo un gesto de desaprobación, como si aquella persona misteriosa no le cayera bien-Palas, ven aquí querida.
-¿Palas?-Murmuro Azula, con la rara sensación de haber oído ese nombre antes.
-¿Me llamaste Zaya-san?-Pareciendo una joven de la misma edad que Azula y acompañada por Aquiles-Estaba escuchando historias increíbles de Aquiles-san.
Azula miro a la joven y se sorprendió que era idéntica a su abuela, es decir, a como era Zaya en sus años de juventud y al verla, aumento más la sensación de haberla oído de algún lado.
Era hermosa. Su blanca piel, era como la de ella, como si fuera una frágil muñeca. Sus ojos eran azules como casi toda su familia y brillaban como nunca, eran una mezcla de alegría, inocencia, rebeldía y una pizca de severidad y superioridad. Su cabello negro acariciaba sus hombros con delicadeza como también unos mechones a su rostro y estaba recogido en un medio tomate con un broche que parecía estar hecho de diamantes.
Como Zaya y Azula, vestía un kimono, cuyas mangas holgadas y bien anchas, le rozaba con gentileza las muñecas, este era un azul oscuro que parecía morado y con blanco como si fueran la luz de una linterna. El decorativo consistía en diamantes, se podía ver diamantes como la de las cartas españolas y algunas pequeñas que estaban agrupadas, formando unas estrellas. También se había puesto unas uñas postizas como la joven, estas estaban pintadas de negro con algunas líneas blancas y cada uña tenía incrustada una pequeña piedra negra.
-Tú debes ser mi prima Azula, ¿No es así?-Sonríe-Soy Palas Himura y soy tu pariente por lado del bisabuelo Alphone que en paz descanse.
-Azula Himura. Es un placer Palas-Y en eso recuerda-Ahora recuerdo
-¿Eh?-Curiosa.
-¿Alguien te ha dicho que te parecer mucho a la bisabuela Palas? Incluso tienen el mismo nombre-Sonríe
-Sí, ¿Verdad? Todos me dicen eso, ¿No Zaya-san?
-Sí-Con un tono que al parecer, no le gustaba mucho que relacionaran a la chica por su madre.
Estuvieron un momento agradable, Azula jamás creyó que encontraría a alguien que compartieran los mismos gustos. Cuando Iris y Zaya finalizaron de preparar la cena, oyeron como tocaban a la puerta.
-Debe ser tu amigo querido-Hablo Iris
-Tienes razón-Dijo Aquiles mientras se levantaba-Yo iré-Y se retira del comedor.
-Dime Azula, ¿Vas a la universidad? ¿Qué estas estudiando?
-Voy a la Eiffel y estudio periodismo-Sonríe-Ya que eso me ayudará mucho a ser una gran escritora y pienso seguir los pasos de mi padre.
-¡Eso es fantástico! Te deseo lo mejor-Sonríe.
-Ni hablar-Oyeron decir a Zaya-Azula no perderá su tiempo en tonterías, ella debe seguir con la tradición de Geisha-Ve a Iris-Me sorprende que no le pares los carros hija.
-Pues madre, Azula tiene derecho a tomar sus decisiones. No puedo forzarla a hacer algo que no quiere.
-Zaya-san-Palas, por primera vez delante de su prima, sus ojos mostraron seriedad-No te metas en los asuntos de Azula, si ella ya tiene claro que es lo que quiere hacer, pues que lo haga. No eres nadie para meterte, ¿Oíste?
-Sí Palas-Parecía esforzarse por decir esas palabras y no le gustaba para tener que decirlas o obedecerla.
-S-Sorprendente-Exclamo Azula-Nadie se ha atrevido a hablarle así a mi abuela, ni mucho menos controlarla.
-Ella no puede insultarme ni contradecirme…Por lo que más quisiera-Con una leve sonrisa de nostalgia.
-¿Eh?-Sorprendida y confundida.
-Atención presento a Ulises Ichiro, maestro de kendo y mi mejor amigo.
-Que modesto Aquiles-Dijo su amigo.
Ulises, al parecer, era más joven que Aquiles, no debía tener más de 29 años. Su piel era algo bronceado y cuerpo bien formado gracias al deporte que práctica y enseña. Sus ojos eran de color café, se podían ver en ellos una mezcla de sabiduría con alegría. Su cabello era corto, con algunos flequillos rozándole la frente, liso y rubio.
Vestía unos pantalones holgados de color rojo, calcetines azules pálidos zapatos negros y una pollera blanca con las mangas hasta los hombros. Sus manos sostenía lo que había usado para protegerse del frío: Una chaqueta negra y corta, unos guantes y bufanda, ambos de color rojo.
-Déjame ayudarte con eso Ulises-Se ofreció el padre de Azula mientras tomaba esas protecciones del frío y los colgó en un perchero.
-Gracias Aquiles. Y no puedo creerme que esta preciosura sea Iris, cada día luces más hermosa-Besando su mano derecha.
-Siempre tan amable Ulises-Sonríe.
-¿Y quien de estas adoradas jovencitas es Azula?
-Soy yo-Dijo la mencionada mientras se levantaba y se acercaba a él.
-¡Como has crecido!-Abrazándola-¡La última vez que te vi, tenías 4 años y andabas causando revueltos en todas partes! Y ahora eres toda una mujer, de seguro debes tener muchos pretendientes.
-No me lo recuerde-Recordando su día en la universidad.
-¿Y tu sobrino Ulises?-Pregunto Iris.
-Ah si, ahora viene. Ven aquí Kyou y conoce a los anfitriones.
-¿Eh? ¿Kyou?-Recuerda el apellido de Ulises-¿No será…?-Rogándole a todos los dioses que este equivocada, que solo sea una coincidencia.
Pero no fue así, los dioses y el destino le dieron una mala jugada, porque con ellos se reúne un chico de ojos azules y cabello café. Sus facciones, como siempre, eran serias y esta vez, lucían tranquilos. Vestía en aquella ocasión unos jeans negros y un suéter verde pálido que le rozaba la cintura con las mangas largas y era holgado.
-Ichiro-san-Soltaron sus labios sorprendida, sin despegar su vista de la del chico, quien al parecer, no se había sorprendido de verla.
-Te dije que nos veríamos de nuevo Himura-Con una sonrisa irónica y leve.